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Las bacterias presentes en el alperujo degradan la materia orgánica y la transforman a lo largo de las tres fases del compostaje en un producto que sirve como abono o para mejorar las cualidades del suelo.
El ensayo se plantea como continuación del mismo ensayo realizado en la campaña anterior con un cultivo de cebada. Siguiendo la rotación establecida, en la presente campaña el ensayo se realizará con trigo blando, con el objeto de observar la evolución en la parcela y, por tanto, evaluar la evolución de la estrategia de fertilización llevada a cabo en la parcela en dos años consecutivos.
Por tanto, y con la intención de evaluar la posibilidad de utilización de abonos orgánicos peletizados como estrategia de fertilización en una zona vulnerable por nitratos, y tal como se realizó en la campaña anterior, se establece este ensayo comparativo que permitirá además evaluar los efectos de este tipo de insumo sobre las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo.
Además, debido a que la utilización de subproductos a base de algas como fortificantes en la etapa primaveral de los cereales cada día es mayor por parte de muchos agricultores; se pretende evaluar los efectos antifúngicos que vienen promulgados por las entidades distribuidoras de este tipo de productos.
El grado de afección por hongos en la pasada campaña fue prácticamente nula, pero la presión de enfermedades fue muy baja en la zona; de ahí la necesidad de volver a realizar el ensayo y determinar si la baja afección es atribuible al producto, a la baja presión de enfermedad o a la sinergia de dichas variables.
Se realizaron dos ensayos durante dos años en lisímetros de drenaje con distintas dosis de abonado nitrogenado y riego. Como conclusión se extrae que las mayores pérdidas de nitrato se producen en los riegos posteriores a la aplicación del abonado con valores picos de la concentración de nitrato superiores a 500 mg/L¹. La aplicación de dosis de fertilizantes nitrogenados superiores a las necesidades de los cultivos no implicó una mayor producción, pero sí unas mayores pérdidas de nitrato y, por tanto, un potencial de contaminación mayor para los cauces de agua. Para controlar la percolación de nitrato en sistemas de regadío, es necesario un manejo óptimo conjunto del riego y las dosis de fertilizante aplicadas.
En el balance de nitrógeno realizado en el polígono de riego de La Violada (con cerca de 4.000 hectáreas de riego) durante dos años consecutivos se estimó que las pérdidas de nitrato en los desagües suponían el 30% del nitrógeno aplicado como fertilizante. Las mayores pérdidas se producían claramente después de la aplicación de los abonados, lo que enfatiza el hecho de que para minimizar la contaminación de las aguas por nitrato de origen agrario es necesario un manejo conjunto del riego y del fertilizante.
El maíz responde muy bien a la fertilización con purín porcino y no se encuentran diferencias en producción entre los tratamientos de purín y los de abonado mineral. Para evitar los problemas asociados a la utilización del purín, se recomienda la aplicación del purín como abonado de fondo (en dosis máximas equivalentes a 150 kg N/Ha) y complemento mineral en cobertera.
La aplicación de purín no causa inhibición en la germinación de la semilla ni afecta a la presencia de malas hierbas.
En las dosis altas de nitrógeno aumenta el riesgo de presencia de chilo.
Se han conseguido alcanzar los rendimientos máximos con la aplicación de purín.
En cebada aplicaciones de purín en fondo y cobertera pueden sustituir a la fertilización mineral.
En maíz enS.D.,aplicado el purín sobre cultivo de maíz ya sembrado,puedesustituirunaltoporcentajedelNmineral.
Tras la aplicación, un riego ligero (8 l/m2 ) es suficiente para infiltrar los nutrientes del purín.
La fertilización orgánica con purín porcino puede sustituir en gran medida al abonado mineral de los cereales.
El estudio de esta fertilización orgánica en los cereales de invierno tenía, y tiene hoy en día, su justificación, de una parte, por el gran peso que tiene el conjunto de los cereales (incluido el maíz) en nuestra Comunidad en el consumo de fertilizante nitrogenado, con casi un 62% del total, y una gran superficie de cultivo, repartida por todo el territorio, y por otra, la importancia del sector porcino en Aragón, con 5,5 millones de plazas (91%, en explotaciones de cebo) que generan unos 8,3 millones de metros cúbicos de purín (2008-2009), y que contienen del orden de las 46.000 toneladas de N.
Con esta información, se recoge una visión global de los resultados obtenidos durante seis años del ensayo, justificando la posibilidad clara de sustituir una parte importante de la fertilización mineral por aplicaciones de purín porcino, con más de una estrategia (aplicaciones ajustadas anuales o vislumbrando las posibilidades de aplicación cada dos años, etc.). Temas más específicos y con mayor profundidad, serán publicados en posteriores trabajos.
La primera impresión que podríamos plantear, sería el hecho de que en la mayoría de nuestros secanos áridos y semiáridos, la escasa o muy justa pluviometría en el periodo de siembra de los cereales de invierno (de septiembre a enero, o septiembre-febrero), hace poco probable el lavado de la capa (arable u ocupada por las raíces) del suelo, y en consecuencia el aprovechamiento de los purines aplicados en fondo (otoño) se acercaría más a la teoría de Pratt que a la europea. E igualmente, que sea más probable un efecto residual del N para los años siguientes, pues tampoco en el resto del año, fuera del ciclo del cereal (junio-agosto), se producen condiciones habituales para el lavado o lixiviado del mismo.
Para aplicar las dosis de purín ajustadas a las necesidades del cultivo, es necesario conocer el contenido de nitrógeno del purín porcino, para ello deberíamos utilizar métodos rápidos de campo.
En las condiciones de los ensayos reseñados, se constata que las prácticas de fertilización mineral dejan mayor cantidad de nitrato en el suelo que las aplicaciones de purín ajustadas a las necesidades del cultivo. De cualquier manera, no habrá que olvidar nunca, las distintas características de los suelos (más o menos permeables), la situación de partida de abundancia o escasez de nutrientes y materia orgánica en cada uno de ellos, las condiciones meteorológicas (pluviometría) de la zona que como se ha constatado en los distintos ensayos tiene gran incidencia en el comportamiento del fertilizante.
La aplicación de dosis de purín ajustadas a las condiciones climáticas y a las características del suelo, pueden superar al abonado únicamente mineral en rentabilidad y en la gestión de los nutrientes.
Un equipo de investigación del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) aplican dos abonos que aumentan la captura de CO2 en el suelo del olivar de secano. En concreto, los expertos trabajan con dos enmiendas orgánicas, una de restos de poda, leguminosas y alperujo, y otra con restos de poda y lodos de depuradora (biosólidos). Además, comprobaron que este segundo biofertilizante incrementaba hasta un 50% el secuestro de carbono, gas de efecto invernadero que, junto a otras emisiones liberadas en la atmósfera, produce el cambio climático.